NOsocomefobia parte 1: La vida del reposo absoluto

jueves, 5 de julio de 2012

Esto lo escribo con un poco de humor freudiano. Tómelo por el lado amable, que yo lo estoy intentando.

No es un vagabundo, no es un nini. No está en retiro espiritual -aunque bien podría parecer- ni está deprimido -aunque a veces aplica-. El practicante del reposo absoluto duerme todo el día, mas este no ha escogido su condición. Es un estado forzoso, estresante, más aún así necesario. Imperativo, pues. Y muy pocas cosas imperativas en este mundo son placenteras.

Al practicante del reposo absoluto sus amigos lo envidian. Entre el ajetreo diario, el que uno de los suyos solo coma y duerma todo el día es de verdad algo inusual. Cuanto más se alargue el periodo, más ausente se vuelve el reposante, pues ha desaparecido de la vida diaria. Por lo tanto, se vuelve como un fantasma que aparece de vez en cuando en mensajes o recuerdos.

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-Doc, y la U?

-Ah no, mi amor, va a tener que olvidarse de eso por mucho rato.





Dejando a un lado el motivo, si hubiera visto mi futuro hace meses y me hubiera encontrado haciendo absolutamente nada probablemente me habría emocionado. Después de interminable cantidad de trabajos, compromisos, desvelos y cansancio, gozar de tiempo indefinido para no hacer NADA? Es un lujo impensable.

Pero heme aquí, siendo parte de los cesantes ahora, inimaginablemente, contra mi voluntad. Viviendo de una póliza que jamás pensé necesitar, pensando todos los días qué irá a ser de mi vida con -casi- un miembro menos, pensando cómo haré para abrir una lata de atún "abre fácil" -maldito insulto- sin ayuda, pensando que va a pasar con mi carrera -aún más, si la voy a terminar-, pensando que hacer para no aburrirme, pensando, pensando. Sobrepensando. Hiperpensando.

Ver películas y series, leer, comer y pensar son pasatiempos lindos para un fin de semana largo. Pero cuando encontrar un capítulo de Mad Men con subtítulos o reducir la dosis de opiácidos resultan lo más emocionante de sus días, la vida como vagabundo con causa se torna desesperante.

Lo más desesperante de todo es que el motivo del reposo absoluto siempre es doloroso. Operación, accidente, enfermedad o combinación de todos. Lo más que uno puede llegar a decir es que le duele "menos", pocos tienen la gloria de decir "no duele". Además están las desagradables consecuencias, efectos secundarios y/o somatizaciones que llaman. Alergia alborotada, lumbalgia por pasar horizontalizado y los del antibiótico y la codeína que ni los narro por desagradables.

Al final todo se suma y queda el pasatiempo natural del reposo absoluto: llorar. Llorar porque duele, porque pica, por insomnio, por miedo, por chicha, por algo en la tele o simplemente porque sí. Y creo que uno está en todo el derecho.

Así es la vida del incapacitado, no la envidien, porque duele.



 
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