Moonlight becomes you

Me he enfrentado ante esta caja blanca como cien veces pensando en usted. Y no exagero en cantidades. Las bombas semióticas no causan menos destrucción que las atómicas y con tantos pedazos de todo es difícil reconstruir cualquier evento. Es difícil aún reconstruirse.

Cual si estar con usted hubiese sido producir una edición -en mis manos y con mis malas costumbres- su tinta quedó por todas partes. Por más que lo intento, mi ropa y mi cuerpo están llenos de manchas azules. Ya no sé adonde meter tantas copias suyas. No necesito beber mucho -pero mucho más- para verlo literalmente, para sentirlo, hasta escucharlo en el silencio entre canción y canción, en las cuales probablemente también lo encuentre. Todos mis cuadernos están manchados con la cronología de nuestras noches, que casualmente no son pocas -y cuando digo eso, usted y yo sabemos que es una falacia-.

No se extrañe, no es el primero con quien me sucede esto, tampoco será la última vez. Tampoco se asuste, no es su responsabilidad y tampoco siento que esto que hago sea un delito. Ya me acostumbré a ser así, ahora hasta lo disfruto. Simplemente es mi pulsión literaria, que me impulsa a convertir en metáfora todo lo que me impresiona y así mismo, llenar mi vida de momentos imposibles. Y usted simplemente supo acompañarme muy bien.

Aún diciendo todo esto, explico muy poco. Pero no quiero abusar. Por lo menos no en este sentido. Digo yo.