Ser un juguete rabioso es el sinónimo sin censura de la vida puerca. Las mujeres con marcado éxito, atractivo y sentido común -la modestia aparte me la afanaron- son candidatas perfectas. Es bajarse del pedestal donde una misma se ha puesto para buscar épica en los lugares más absurdos.
Los juguetes rabiosos le ponemos el pecho a las balas esperando ser inmortales. Caminamos, tomamos mil buses, nadamos, derrotamos demonios y cazamos fantasmas. Nos entregamos enteras por unos minutos de vuelo sin saber que nos enfrentamos a babosas sin swing, disfrazadas de pájaro. Se arrastran, dejando una marca inútil de su paso por este mundo.
Resultado final.
Babosa sin swing: 1. Desayuno caliente, servido en la cama. Libido satisfecho. Esfuerzo intacto. Un poco de incomodidad entre el final y la partida de la puta y después, tranquilidad.
Juguete rabioso: 0. Miedo multicolor. El vacío de la complacencia. Pérdida de identidad. La vocación de ser tanguera calavera toda la vida, con las nalgas atrincheradas detrás de un piano y una botella de vino. Y la estúpida vocación de volver.
Nota 29/01: Para salvarte solo supiste hacerte odiar. Lo escribocon seguridad porque al volverme carne, para vos perdí el cerebro. Y aún así no lo entenderías, porque vos no hiciste mal.
"Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé..."
Esta entrada cuando la interpreto me produce una sensación similar a las obras de Escher, se me hace autoreferenciable.... No se digamos que
dAdAniMu: 1
yo: 0
y bue solo quería decirte que tus palabras son un tango o muchos y muy bonitos. Gracias por escribir!!