Como diría Marvil
En una noche como estas, en las que tengo de esas crisis tangueras -que no son pequeñas- prefiero encontrarme sola frente a mi monitor. Me ausento adrede de la milonga, porque para ir a oír una mala selección de música y tener ganas de levantarme de la silla e interrumpir a todos gritando "¿QUÉ SABEN LOS PITUCOS, LAMIDOS Y SHUSHETAAAS? ¿QUÉ SABEN LO QUE ES TANGO, QUE SABEN DEL COMPÁS?!?!", mejor me quedo en mi casa, con frío, tratando de entender qué pasa conmigo.
Talvez sea yo la que está mal. Eso tiene que ser, entre tanta gente que se conforma con lo que hay, que va a las milongas noche a noche sin chistar o refunfuñando bajito, soy solo un dinosaurio de 20 años -parafraseo a Ariel Ardit, uno de mis dioses personales- un espécimen extinto, una conservadora empedernida. Me fui y volví al Tango y me parece impresionante que todo siga igual, por excepción de unos cambios mínimos. Hace casi dos años escribí una entrada en la que tenía fe en que las cosas iban a cambiar. Las cosas hoy en día siguen tal cual aquel momento.
De una vez -no sé quien tendrá el cuidado de leer tanto chamuyo- me atrevo a advertir que si hiriera alguna susceptibilidad solo lo hago con el objetivo de que reflexionemos un poco sobre hacia adonde vamos con todo esto. Me doy el derecho de hacerme la costumbre de escribir lo que pienso sobre el Tango, inspirada en los posts de mis compañeras blogueras Malena -que conoció en una noche de desesperación como esta mi historia y me tranquilizaron un poco sus palabras- y Una milonguera, compañeras en otras latitudes que sufren de crisis similares.
También digo que no me creo dueña de la verdad. Si bien conozco mucho del mundo del tango aquí, hay cosas que no conozco y talvez por eso no entienda las cosas. Tampoco creo que lo sepa todo sobre el tango -insisto, de verdad no lo sé todo jaja- ni que sea la gran bailarina. Estoy al puro principio de mi camino y todos los días estoy aprendiendo, paso a paso.
La...¿Milonga?
Hay muchas cosas que no entiendo. En esta entrada me voy a concentrar en algunos aspectos de lo que más me gusta del Tango: las milongas. En este aspecto hallo mi consuelo en que los argentinos -y demás extranjeros que vienen de países con un círculo tanguero fuerte- tampoco las entienden. Cosas tales como tandas, cortinas y en fin, un orden en la música no existen. Los tangos se repiten sin falta noche a noche hasta el punto en que uno llega a odiar las piezas y en los casos más fatales, a las orquestas -te pido perdón Di Sarli, yo sé que no es tu culpa-.
Los que han ido o han visto milongas en el exterior entenderán por qué me frustro. Mucha gente, muchos abrazos, no siempre mucho tango, pero es que en todo lado hay estrellas. Hay milongas todos los días, a veces más de dos por día y todas se sostienen. Aquí si hay dos en una semana, una probablemente se quede casi sin gente.
Es un secreto a voces que algunas milongas ya no están resultando. El que las milongas sean un negocio no es ningún pecado -mientras no se haga con esa razón principalmente-. Los hosts tienen el derecho de ver retribuido todo su esfuerzo no solo anímicamente -en algunos casos hasta esto se da muy poco- sino monetariamente.
Administrar la milonga
En la administración de una milonga existen dos roles que considero vitales: el host y el DJ. Normalmente, al rol del host se le pone extrema atención, se preocupan porque el lugar esté divino -a veces más de lo necesario- y que los asistentes estén felices. Sí, todos les agarramos cariño. Sin embargo, la frustración de todos llega a niveles inexplicables cuando no entienden por qué la gente no está del todo feliz y motivada. De cuidar tanto detalle se les olvida el más importante: que una milonga es para bailar. ¿Y qué se baila? La música.
Aquí entraría el concepto del DJ. El DJ de tango existe en todo el mundo, apareció y tomó cada vez más fuerza cuando las orquestas fueron desapareciendo y su labor es ordenar la música de la milonga en un orden lógico. Del host depende ser o conseguir un buen DJ para que ordene la música de TODAS las noches de milonga -y con todas me refiero a música diferente, por amor a Cristo.-
La música: Un DJ en números
Llevo varios meses estudiando el rol del DJ. Sí, estudiando. El DJ de Tango tiene que saber de orquestas, estilos y modos dentro de la misma música, además de seleccionar entre todas, las piezas bailables. Del DJ depende si calentar o enfriar la pista, como, cuando y con qué tangos hacerlo. Por dar un ejemplo, es un básico de DJing que Pugliese se pone bien entrada la noche -hay gente que ni lo pone- por la intensidad y el dramatismo de los arreglos.
En lo personal, en la milonga de Cálidos -que es la que suelo programar- son 4 horas, termino normalmente con una lista de 105 tracks, entre tangos, milongas, valses, electrónica y cortinas. Así como lo leen, más de 100 tracks DIFERENTES POR NOCHE. En ese cometido duro más o menos 3 horas, sin incluir las horas que duro consiguiendo música y estudiando los estilos.
Es tamaño trabajo, muchas veces demasiado para el host. En otros países, el rol del DJ se paga y lo más importante, SE RESPETA. El ambiente lo hacen muchas cosas, pero la columna de este es la música y si no se le da la atención merecida, se cae a pedazos.
La ausente cultura de la milonga
Otra de las razones por las que las milongas no son lo que quisiéramos que fueran es porque la mayoría de la gente que aprende a bailar Tango no posee la cultura de ir a la milonga.
Las milongas son hoy en día más accesibles, las hay en todos lugares, de diferentes estilos, precios, sabores y colores. Los profesores -y aquí hago un llamado- deberían pedirle a sus alumnos que tengan el conocimiento suficiente -e inclusive, hacer el propósito ellos mismos- que vayan aunque sea a una milonga por semana. ¿De qué sirve ir a clases una o dos veces a la semana si no se va a practicarlo con diferentes personas, en la vida real? Es como estudiar una profesión sin el propósito de ejercerla.
Esta, de paso, también considero una razón por la cual la gente es inconstante en las clases. Si no ven útil lo que están aprendiendo, ¿para qué se van a seguir esforzando? Además, aprender a comportarse en la milonga es todo un tema en el aprendizaje del tango, de hecho uno de los más importantes. Que no les pase que viajen a Buenos Aires y se topen con el golpe de sus vidas, dándose cuenta que todo lo que habían aprendido se les fue por uno de los caños de Corrientes.
También es labor del host avisar cuales son las opciones de milongas aparte de la propia. Entre más opciones haya, mejor es el negocio. El crecimiento o la muerte del Tango en este país está en nuestras manos. Manos que tienen que compartir para el bien común. Que se tienen que olvidar del "yo" para empezar a vivir el Tango como una comunidad. Porque son más fuertes mil manos diferentes que un solo par. Y un solo con un solo par de manos no puede bailar Tango.
0 chamuyos:
Publicar un comentario