Fallecer - De la importancia de llamarse Daniela Murillo...

lunes, 19 de enero de 2009




Sonaba el mismo tango de siempre. Me di cuenta de que me estaba escapando de mis clases. Ahí estaba todo mundo, mientras yo venía de mi primera clase de jazz. Inconsciente o conscientemente, necesitaba un reposo, un cambio. Por lo menos un mes. Pero ese no es el punto.

La puerta estaba abierta. Ya no me podía escabullir para obviar mi escape. Por dicha estaban inmersos en entender un paso, por lo que me saludaron todos de lejitos. Sólo Don Jorge salió, con cara de susto.

"¡Qué dicha que la veo! Es que el otro día Mario me dijo que en las noticias había salido un accidente muy grave, y entre los heridos había una Daniela... Murillo se llama usted, ¿verdad?"

"Sí, pero bueno, que yo me haya enterado, por dicha sigo bastante enterita."

Y me asusté, porque por esas rarezas de Don Dios, una de mis mejores amigas del cole tuvo la gracia de nacer Daniela Murillo también, pero por dicha ella también está enterita.

No sé si fue una broma de Don Mario o del destino, pero se siente extraño. ¿Quién quitaba fuera yo? Si fuera de esas bromas del destino, por rasgos comunes, me sentiría muy mal si de verdad algo le pasó a alguna de mis yoes. Pero bueno... por dicha, al oír mi nombre, cualquiera puede tener el beneficio de la duda por un margen bastante amplio. He ahí la importancia de llamarse Daniela Murillo, como todo mundo.



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