es un tango al que no le encuentro el compás
es ver la avenida y pintarla magenta
y ver el viejo pañuelo rojo y que ya no signifique lo mismo
y que un, deux, tres, cuatro...
que baje y suba la marea en cuestión de cinco minutos
que la luna mengüe aunque no le toque
es amar a los peces y querer pasar la vida rodeada de ellos
morir de miedo, de risa, de celos, de misterio y de libido
confiar y desconfiar
querer matar a hombres y mujeres por igual
levantar una fortaleza mientras caminamos bajo la lluvia
despedazarla con los dientes
las manos
el ego
los calcáneos
NO
yo digo que no
que solo hay cangrejos y peces y nada más
nada más cerca
nadie más nos sigue
guardarlo en mi hoyo en la arena
y perder una pinza antes de perderlo
de todos modos vuelven a crecer
como hacer sautés hasta que la pared se pone verde
y nos caemos.
Es difícil desprenderse tanto como Oliverio Girondo. Es difícil desprenderse.
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